Illustration: Kinder der Melanchthonschule Münster,
Christiane Finger und Krystyna Strozyk
Sprecher Deutsch: Stephan Niemand
Übersetzerin und Sprecherin Spanisch: Sandra Ramírez Serna
© Mulingula e.V., lizensiert unter CC BY-NC-ND 4.0
von Manfred Mai
de Manfred Mai
Kokokaka war ein Land hinter den Bergen.
Dort lebten die Pumpus schon seit tausend Jahren.
Zu allen Zeiten gab es große und kleine, dicke und dünne, kluge und dumme Pumpus.
Doch so unterschiedlich sie auch waren, eines hatten alle Pumpus gemeinsam: ein blaues Fell.
Kokokaka era un país detrás de las montañas.
Allí vivían los pumpus desde hace miles de años.
Siempre hubo pumpus grandes y pequeños, gordos y delgados, inteligentes y tontos.
Aunque eran diferentes, una cosa tenían todos en común: un pelaje azul.
Bis eines Tages das erste Pumpu mit einem roten Fell geboren wurde.
Hasta que un día nació el primer pumpu con un pelaje rojo.
Seine Eltern erschraken sehr, als sie ihr rotes Kind sahen. Sie wuschen und schrubbten es immer wieder, aber das Fell ihres Kindes blieb rot. „Ich habe es trotzdem lieb“, sagte die Mutter. Der Vater nickte. „Hauptsache, es ist gesund und wird glücklich.“
Gesund wurde das rote Pumpu, aber richtig glücklich nicht. Denn obwohl seine Eltern es lieb hatten und die meisten Pumpus nett zu ihm waren, spürte das rote Pumpu, dass es anders war. Und manchmal war es deswegen traurig.
Sus padres se asustaron mucho cuando vieron a su hijo rojo. Lo lavaron y lo restregaron una y otra vez, pero el pelaje de su hijo permaneció rojo.
—Aún así lo quiero —dijo la madre.
—El padre asintió. — Lo importante es que esté sano y sea feliz.
El pumpu rojo estaba sano, pero no era realmente feliz.
Aunque sus padres lo amaban y la mayoría de los pumpus eran amables con él, el pumpu rojo sentía que era diferente. Y algunas veces eso lo hacía sentir triste.
Eines Morgens sagte es zu seinen Eltern: „Ich gehe fort und suche so lange, bis ich rote Pumpus finde.“
Die Eltern erschraken wie damals, als sie ihr Kind zum ersten Mal sahen.
„Du brauchst nicht fortzugehen‟, entgegnete der Vater. „Es gibt keine roten Pumpus.“
„Ich bin doch auch rot.“
„Aber du bist die Ausnahme.“
„Vielleicht gibt es noch mehr Ausnahmen“, sagte das rote Pumpu. „Und die will ich finden.“
Es ließ sich von den Eltern weder umstimmen noch zurückhalten und machte sich auf den Weg.
Una mañana le dijo a sus padres:
—Me voy lejos y buscaré hasta que encuentre pumpus rojos.
Los padres se asustaron, como el primer día que vieron a su hijo.
—No necesitas irte —respondió el padre—. No hay otros pumpus rojos.
—Pero yo soy rojo.
—Pero eres una excepción.
—Tal vez haya más excepciones —dijo el pumpu rojo—, y yo quiero encontrarlas.
No permitió que sus padres le hicieran cambiar su opinión ni que lo detuvieran y siguió su camino.
Aber im ganzen Kokokakaland fand es kein einziges rotes Pumpu.
Enttäuscht und traurig
machte es sich auf den Heimweg.
Seine Eltern waren sehr froh,
als ihr Kind wieder vor ihnen stand.
Und auch die meisten anderen Pumpus
freuten sich, dass das rote Pumpu
wieder zu Hause war.
Sin embargo, en todo el país de Kokokaka no encontró a ningún otro pumpu rojo.
Decepcionado y triste, emprendió el camino de regreso a casa.
Sus padres estaban muy contentos cuando su hijo regresó. Y la mayoría de los pumpus también se alegraron de que el pumpu rojo estuviera de vuelta en casa.
„Wenn ich ehrlich sein soll“, sagte ein dickes Pumpu, „das Rote hat mir gefehlt.“
„Mir auch“, sagte sein dünner Freund. „Ich finde es nämlich schön, dass es nicht nur blaue Pumpus gibt, sondern auch ein rotes.“
„Ich möchte auch gern eine andere Farbe haben‟, nuschelte ein kleines Pumpu, schloss die Augen und dachte an das leuchtende Gelb der Dotterblumen beim Bach.
„Ich wünsche mir schon lange ein grünes Fell‟, gab ein großes Pumpu zu. „Nur habe ich mich bisher nie getraut das zu sagen.‟
—Si soy honesto —dijo un pumpu gordo—, extrañaba el rojo.
—Yo también —dijo su amigo delgado—. De hecho, me parece lindo que no sólo haya pumpus azules, sino también uno rojo.
—Yo también quisiera tener otro color —murmuró un pequeño pumpu—, cerró los ojos e imaginó el brillante amarillo de las flores junto al arroyo. —Hace tiempo que deseo tener un pelaje verde —admitió un pumpu grande—. Solo que nunca me había atrevido a decirlo.
Das große Pumpu füllte einen Bottich mit Wasser, sammelte verschiedene Kräuter und warf sie hinein. Bald färbte sich das Wasser grün und das große Pumpu stieg in den Bottich. Vorsichtig drehte und wendete es sich; mal war der Po mit dem Schwanz unter Wasser, mal der Kopf mit dem Rüssel. Und es dauerte nicht lange bis ein grünes Pumpu aus dem Bottich stieg.
Es schaute an sich hinunter und strahlte. „Also ich weiß nicht“, murmelte ein altes Pumpu, „wir Pumpus waren immer blau. Und ich meine,
das sollten wir auch bleiben.“
„Du kannst ja blau bleiben‟, erwiderte das grüne Pumpu. „Aber mir gefällt mein grünes Fell besser als mein blaues.‟
El pumpu grande llenó un barril con agua, recogió varias hierbas y las arrojó dentro. Pronto se tiño el agua de verde y el pumpu grande se metió al barril.
Cuidadosamente se giraba y volteaba; a veces quedaba bajo el agua el trasero y la cola, a veces la cabeza con la trompa. Y no tardó mucho hasta que un pumpu verde salió del barril.
Se miró de arriba a abajo y resplandecía de alegría. —Pues no sé —murmuró un viejo pumpu—, los pumpus siempre fuimos azules. Y yo creo que así deberíamos quedarnos.
—Tú puedes quedarte azul —respondió el pumpu verde—, pero a mí me gusta mi pelaje verde más que mi pelaje azul.
Auch andere färbten in den nächsten Wochen ihr Fell und bald gab es Pumpus in vielen Farben. Das Kokokakaland war bunter als je zuvor.
Die meisten Pumpus fanden das viel schöner als das eintönige Blau - sogar einige von denen, die ihr blaues Fell lieber behalten wollten.
Zwischen den vielen farbigen Pumpus fühlte sich das rote Pumpu endlich wohl und war nun sehr glücklich.
Las semanas siguientes tiñeron otros pumpus su pelaje y pronto hubo pumpus en muchos colores. El país de Kokokaka estuvo más colorido que nunca.
A la mayoría de los pumpus les pareció esto mucho más bonito que el monótono azul, incluso a aquellos, que querían quedarse con su pelaje azul.
Finalmente, el pumpu rojo se sentió muy a gusto entre los pumpus de diversos colores y estaba muy feliz.